
Lacedemonia
Laconia (en griego: Λακωνία, LaconÃa) también conocida como Lacedemonia, fue en la antigua Grecia una porción del Peloponeso cuya ciudad más importante fue Esparta.

Simbolo
La "Lambda" representada en los escudos espartanos significa la primera letra de Lacedemonia, donde Esparta es perteneciente.

Tirteo
(Siglo VII a. de C.) Poeta griego. Aun cuando probablemente era de Mileto, vivió en Esparta y aparece como espartano en su poesÃa: denomina a Esparta su ciudad y a su monarca "nuestro rey". La leyenda ática pretendió hacerle ateniense (asà le consideró Platón); mucho más tarde, el relato legendario referente al poeta fue embellecido con detalles novelescos: los espartanos, en desacuerdo e incapaces de vencer a Mesenia, pidieron, aconsejados por el oráculo de Delfos, un general a los atenienses, quienes, con ironÃa, les enviaron un maestro de escuela cojo llamado Tirteo. De forma inesperada, sin embargo, Tirteo logró restablecer la concordia en Esparta, y sus huestes obtuvieron la victoria gracias a sus cantos de guerra.

Dulce et decorum pro patria morii - TIRTEO de Esparta, ElegÃa - Poesia Heroica
Porque es hermoso que un valiente muera,
caÃdo en las primeras filas, luchando por su Patria.
Es, en cambio, la cosa más dolorosa de todas
vivir como un mendigo, abandonando la Patria y sus fértiles campos,
errante con la madre querida y el padre anciano
y los hijos aún niños y la esposa legÃtima.
Éste será objeto de odio para aquéllos a cuyo paÃs llegue
cediendo a la necesidad y a la horrible pobreza;
deshonra su linaje, desmiente su noble rostro
y toda infamia y toda vileza va con él.
Por lo tanto, si no hay para un vagabundo ninguna ayuda
ni tampoco respeto, consideración ni compasión,
luchemos valientemente por nuestra tierra
y muramos por nuestros hijos sin ahorrar nuestras vidas.
Asà pues, oh jóvenes, luchad unidos
y no déis la señal de la huida vergonzosa ni del miedo;
haced grande y fuerte en el pecho vuestro corazón
y no tengáis amor por vuestras vidas cuando lucháis con el enemigo;
ni huyáis abandonando caÃdos a los de más edad,
cuyas rodillas ya no son ágiles, a los viejos;
pues es vergonzoso que, caÃdo en las primeras filas,
yazca en el suelo delante de los jóvenes un hombre de más edad,
de cabeza ya blanca y barba cana, exhalando en el polvo su alma valerosa,
con las ensangrentadas vergüenzas cogidas en las manos
-visión abominable, cosa impÃa de ver- y desnudo;
en un joven, en cambio, todo es decoroso
mientras posee la brillante flor de la amable juventud:
su vista produce admiración a los hombres y amor a las mujeres;
caÃdo en las primeras filas, es un héroe.
Ea pues, que cada uno de vosotros permanezca en su puesto
con las piernas bien abiertas, firmemente apoyado en el suelo con los dos pies,
mordiendo el labio con los dientes.